TRANSICION DE LA ARQUITECTURA



El origen del Art Nouveau ha sido muy discutido, pero en cuanto a arquitectura fueron los belgas los iniciadores de este estilo, gracias al arquitecto Víctor Horta en el año de 1893 con la casa Tassel de Bruselas.

Por su parte, el Art Déco es un estilo moderno reflejo de su época, llena de rápidos cambios artísticos, sociales y tecnológicos surgidos de los años veinte a treintas del siglo XX. Con una duración aproximada de 20 años en Europa, no tuvo gran desarrollo ahí debido a las dificultades económicas causadas por las guerras mundiales, ya que retomó el periodo inmediato a la terminación de la Primera y principios de la Segunda. Por esta causa, el verdadero florecimiento tuvo lugar en Estados Unidos.

Características

Entre las características inconfundibles del Art Déco se encuentra la abstracción, la estilización de las formas y el empleo de líneas rectas; la ornamentación rica y elaborada, efectos con colores, la masificación dramática con formas geométricas simples como el zigzag, triángulos, rayas, círculos segmentados y espirales; volúmenes de influencia cubista y formas cilíndricas, y esculturas estilizadas en altorrelieves. Asimismo, motivos naturalistas, uso de flores, árboles, fuentes, gacelas, pájaros, amaneceres, nubes y olas; imaginería astrológica, personificaciones de fuerzas naturales y tecnológicas.

La arquitectura también se caracterizó por el uso de materiales exóticos como maderas finas, acero, vidrio, y piedras como granito y mármol, por medio de los cuales se lograba un gran énfasis en la ornamentación.

Los principales exponentes del Art Decó son Raymond Hood, William Van Alen, Henry Hohauser, L. Murray Dixon, T. L. Pflueger, Manuel J. Raspall I. Mayol, Octavio Pérez Picó, Miguel Zurita Quispe y Francisco Salamone.

Mientras que la fuente de inspiración del Art Nouveau fue la naturaleza, sin reproducir fielmente los motivos proporcionados por la misma, sino que orientado a un arte abstracto. Pretendía expresar los vínculos internos entre la actividad psíquica del ser humano y los procesos naturales.

Se caracterizó por las relaciones entre la estructura y el ornamento de los edificios, exponiendo los elementos constructivos, particularmente el hierro. Se utilizaron formas de organismos naturales como tallos, huesos, hojas, flores y hasta animales, que se sobreponen a los elementos estructurales funcionales, pero sin valor simbólico, sólo sirviendo para dar énfasis.

Los interiores son más claros y sencillos, acentuados por la continuidad espacial que crea una unidad estilística entre los detalles y el contexto. La fachada adquirió valor como ente decorativo, el uso de arco bajo, del azulejo y de nuevos materiales dúctiles y maleables como el vidrio y el hierro, que sugerían transparencia, flexibilidad y vigor.

Sus principales exponentes son el iniciador de este estilo, el arquitecto Víctor Horta, así como Paul Hankar, Henry Valdevelde, Antonio Gaudí, en España; Otto Wagner, Héctor Guimard, en Francia; Louvet y Charles Rennie Mackintosh, entre muchos otros.


Transición de estilos

El Art Nouveau nació en un ambiente que buscaba expresar las tendencias que pretendían romper con academicismo reinante, intentando superar los patrones del historicismo y del naturalismo. Como muchos otros estilos del pasado, necesitó de varias décadas del siglo XIX para conformar sus características, y fue necesario que adoptara un interés del mundo occidental hacia un arte oriental, además de una serie de factores sociales, económicos e ideológicos, para que pudiera manifestarse como movimiento congruente y reflejarse a finales del siglo (Lira,1991, p. 66).

Por otro lado, el Art Déco fue gestándose como una reacción al Art Nouveau, al exceso de ornamentación y a las líneas sinuosas que lo caracterizaron, y se consolidó con la infusión de movimientos artísticos avant-garde como el cubismo, el constructivismo ruso y el futurismo italiano, así como el renacer de influencias de culturas antiguas y primitivas.

La maquinización que iba ganando terreno demandaba una estética nueva a la cual el Art Nouveau no ofrecía respuestas convincentes. A pesar de que el Art Déco aparentemente rechazaba al Art Nouveau, mantenía muchas de sus características, y por lo menos en sus inicios se caracterizó por su similitud (Morgan, 1990). El Art Déco arrastró diversas influencias conflictivas del Art Nouveau, y no requirió de un periodo largo para consolidarse como estilo.

Ambos movimientos nacieron y se gestaron en momentos históricos diferentes, y cumplen con objetivos específicos. El Art Nouveau tuvo que buscar un marco conceptual diferente y elaborar nuevas síntesis para romper con los historicismos del siglo XIX, mientras que el Art Déco, como resultado de un periodo de guerra, para vivir el presente tuvo que buscar alternativas y avances para expresar la vitalidad y esperanza que intentaban adelantar la llegada del futuro.

Una de las constantes que dan una línea de continuidad entre el Art Nouveau y el Art Déco es el distanciamiento respecto del arte académico, prefiriendo usar los recursos expresivos de las corrientes contestatarias sin llegar a ser parte de ellas (Anda, 1997, p. 46).


Art Déco en Barranquilla

Por ser un dinámico centro industrial y comercial, Barranquilla ofrecía para el inmigrante un estilo de vida dentro de un ambiente abierto a nuevas tendencias y con un fuerte carácter progresista.

Desarrollado en la década de 1920 por el inmigrante norteamericano Karl C. Parrish, El Prado, un barrio residencial en las afueras de la ciudad que muchos visitantes comparaban con los de El Vedado y Miramar de La Habana, identificaba en Barranquilla la prosperidad con su moderno acueducto y sus bulevares planificados y pavimentados.

La firma Parrish, protocolizada en 1918, tuvo como socios a los hermanos Enrique, Manuel, José y Luis de la Rosa. El proyecto de El Prado tuvo tanto éxito que para 1920 ya tenían vendidos todos los lotes comprendidos en el proyecto inicial; luego lo extendieron a otros barrios anexos.

Producto de este auge de la ciudad y reflejo del estilo Art Déco que surgió en Barranquilla, son el Edificio de la Sociedad Colombo-Alemana de Transportes Aéreos (Scadta; luego Avianca, 1934), el Estadio Municipal (1935), el Edificio de la Exposición Agropecuaria (1936; más tarde convertido en Escuela Industrial), el Edificio García (1939), el Edificio Eckardt (1939), el Teatro Colón (1946), la Biblioteca Departamental (1945), el Teatro Metro (1946; antiguo Apolo), y el edificio de la Cervecería Águila (1942). Los edificios García y Eckardt fueron los primeros en ofrecer el servicio de aparta-hotel para los ejecutivos que venían por negocios a la ciudad, y el primero ofrecía, además, como novedad, su moderno servicio de ascensor, según lo publicitaban en La Prensa y en el Diario del Comercio.


Art Nouveau en Colombia

El Teatro Faenza, y en particular su fachada de estilo Art Nouveau, se ha convertido en el símbolo del compromiso que tiene la Universidad Central con la memoria histórica de la ciudad, que se ve reflejado en la recuperación de este y otros teatros y salas cinematográficas representativas del centro de Bogotá.

El Faenza fue una de las salas más hermosas de su época, y por sus características arquitectónicas únicas fue declarado “Bien de interés cultural de carácter nacional”. Construido en la época de las grandes salas de cine e inaugurado en abril de 1924, este teatro vio el despegue de Bogotá como metrópoli. En sus primeros años se presentaron no sólo películas, sino también operetas, zarzuelas y funciones musicales, pero a partir de 1948, y hasta finales de 1950, cuando muchas personas trasladaron su residencia del centro de Bogotá a otras zonas de la ciudad, el Teatro entró en una etapa de deterioro que condujo a su decadencia y lo llevó a convertirse en una sala de proyección de baja categoría (Henderson, 2006).


Arquitectura del Art Nouveau y Art Decó en La Habana

Tres códigos formales compartieron fundamentalmente esta forma de construir: el Art Nouveau, el Eclecticismo y el Art Decó; cada uno de ellos fue evidencia de una nueva modernidad.

Las primeras obras del Art Nouveau se construyeron durante los primeros años del siglo XX en La Habana. El Art Nouveau contribuyó de manera singular a crear una nueva arquitectura porque rompió con la tendencia historicista anterior, para otorgarle a lo construido la libertad expresiva que exigían los tiempos que corrían. En esencia, facilitó la creatividad artística y utilizó el desarrollo tecnológico de la época, al tiempo que asumió la tradición volumétrica de nuestras construcciones y la funcionalidad de la casa cubana (Chateloin, 2007, pp. 258-259).

Las plantas no cambiaron, pero las fachadas se caracterizaron por el predominio de las líneas curvas, la asimetría de las carpinterías, el predominio de las decoraciones vegetales, las flores, el látigo, pájaros, las ricas texturas de fachadas, el uso de tribunas de columnas entretejidas y pequeñas cúpulas, y uso en ocasiones del trencadis.

Son obras Art Nouveau la casa original de José Crusellas (1908) en la calle Reina, cuyo contratista fue Cayetano Tarruel; se usaron tanto la piedra natural como la artificial. La casa de Dionisio Velazco, actual Embajada de España, proyectada por José Mato y Francisco Ramírez, y construida en 1912.

La arquitectura del Art Decó en La Habana ha sido reconocida como la primera expresión de la arquitectura moderna en Cuba (Rodríguez, 2002). Este estilo arquitectónico, que alcanzó su máximo esplendor con la Exposición Universal de Artes Decorativas e Industriales Modernas celebrada en París en 1925, resultaba más fácilmente digerible para arquitectos y clientes como arquitectura moderna que las abstractas formas del maquinismo lecorbusierano, por su profusa carga de decoración y frecuentes referencias al clasicismo grecoromano. Así, este nuevo movimiento se extendió rápidamente por todo el país, desplazando no sólo al eclecticismo, sino también al efímero Art Nouveau.

A partir de 1927 comenzó la aplicación de esta corriente formal en la arquitectura cubana, primero en residencias aisladas de la clase alta habanera, y posteriormente en otras edificaciones públicas. Ejemplos significativos son el Edificio Bacardí (1930), el Pabellón de Cuba en la Feria Mundial de Chicago (1933), la biblioteca de la UH (1937), y la sede del periódico El País (1941).

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