ARQUITECTURA RELIGIOSA


Desde el siglo XV se comienzan a construir los recintos necesarios para que la nueva religión cristiana se instale y asiente en el territorio del Archipiélago. Al principio son templos de reducidas dimensiones, de una sola estancia, que además se utilizaban como sede del gobierno civil.

Hasta el siglo XVIII no se observa evolución en la base arquitectónica de los templos. Sólo aparecen diferencias superficiales si partimos del estudio de sus fachadas o del tamaño de las edificaciones.

Observando las portadas, nos encontramos estilos variados que van desde el gótico al neoclásico, pasando por el renacentista, manierista y barroco. De otra parte, el tamaño de la edificación dependía en fundamentalmente del aumento de la feligresía. Las iglesias se hacen más altas o más anchas añadiéndoseles capillas y luego naves.

Según su tamaño y función, podemos hablar de cuatro tipos diferentes de recintos religiosos: capillas, ermitas, iglesias y conventos:


Capillas. Suelen estar adosadas a una casa de prestigio. Son de pequeño tamaño y generalmente de planta cuadrada, con una sencilla techumbre de madera cubierta de tejas. La portada está formada por un arco de cantería sencillo, que puede estar labrado. A veces aparece una pequeña espadaña pero no es lo normal.

Se trata por tanto de construcciones relacionadas con el incipiente mundo urbano, sobre todo con las familias más ricas, los gremios más importantes (herreros, plateros), etc. Algunas de ellas tenían además la función de proteger la ciudad (por ello se sitúan en sus límites externos, como en La Laguna), o funcionan como templos exvotos.


Ermitas. En la mayoría de los casos suelen estar separadas de otras edificaciones. De planta rectangular y cubierta a cuatro aguas, la ermita comienza a ser un solo recinto hasta que se separa el presbiterio del resto del templo, por medio de un arco. En este momento suelen aparecer en el exterior los contrafuertes para contrarrestar el empuje del citado arco hacia afuera.

El techo de la Capilla Mayor se ochava por dentro (se le da forma octogonal) y se enriquece con meritorias labores en madera de gran sabor morisco (artesonados). Así mismo, las portadas de cantería comienzan a labrarse. Aparecen espadañas de diseño variado en un lado, en el centro o en las dos esquinas de la fachada. En Fuerteventura, por ejemplo, resulta significativo los muros almenados que se levantaron alrededor de muchas de ellas, otorgándoles un notable aspecto defensivo.

Pero más allá de los elementos constructivos, estas ermitas fueron muy importantes para la configuración de numerosas poblaciones rurales y aisladas, ya que eran el único edificio religioso que se tenían cerca, en un tiempo de difíciles comunicaciones.


Iglesias. Con el crecimiento de los pueblos, generalmente la vieja ermita se transforma en un templo mayor. Se amplía la única nave por el lado de la fachada, se abren arcos laterales a ambos lados del presbiterio, construyéndose dos nuevas capillas que servirían como ca­beceras de nuevas naves. La capilla central se amplía hacia el fondo y, así, surge el nuevo templo, con planta en forma de cruz latina, o los templos de tres naves.

Los muros son de mampostería, y los techos se cubren interiormente de rica madera labrada (artesonados). De pared a pared aparecen los tirantes, que son vigas que evitan la fuerte presión de los techos y arcos sobre los muros. Las arquerías que separan las na­ves son de piedra, sobre pilastras góticas, en los ejemplares más viejos, y más tarde sobre columnas de orden toscano (fuste liso).

En parroquias de cierta categoría y en los conventos principales de cada orden, aparecen las torres campanario. Existen templos en los cuales estas to­rres se construyen separadamente del resto del edificio, como en algunas iglesias de El Hierro.

Por último, resaltar que no todas las iglesias de Canarias tienen cubierta de madera. Se observa el empleo de bóvedas en Nª Sra de la Concepción en La Orotava y especialmente en algunos pueblos de Gran Canaria (Teror, Gáldar), además de en la Catedral de Santa Ana. Son excepciones dentro de la línea más generalizada que es el artesonado mudéjar.


Conventos.  “las órdenes religiosas fueron las verdaderas protagonistas de la evangelización de Canarias”. Las más importantes fueron las masculinas. Entre ellas destacan los franciscanos, seguidos por los dominicos, agustinos y, posteriormente, los jesuitas. En cuanto a las órdenes femeninas, resaltar a las clarisas, dominicas, agustinas, bernardas y cistercienses. En total, ha habido en Canarias cerca de 60 casas conventuales.

Los conventos son edificaciones complejas, con numerosas estancias organizadas en torno a uno o varios patios cuadrangulares llamados claustros, de manera similar a los palacios civiles. Se trata de los edificios de mayor volumen dentro del tejido urbano. Presentan hacia el exterior algunas novedades, una de las cuales podría ser el balcón cubierto de celosía (ajimez), situado en una de sus esqui­nas sobres paños de muro. Se dio en los conventos femeninos para que las religiosas pudieran ver las procesiones sin violar la clausura.

La mayor parte de sus templos han sobreviviendo hasta la actualidad, pero no sus claustros, refectorios y otras estancias, tanto por el abandono y ruina de la orden, como, sobre todo, por las desamortizaciones posteriores.


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